jueves, 1 de abril de 2010

KARL MARX


Marx, K. Prólogo de la Contribución a la crítica de la economía política

"El resultado general a que llegué y que, una vez obtenido, sirvió de hilo conductor a mis estudios, puede resumirse así: en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de esas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia".

Es indudable que el pensamiento de Marx, es inseparable de las luchas, el movimiento obrero, las asociaciones internacionales de trabajadores (A.I.T), y todas las revoluciones sociales del siglo; así como del socialismo teórico, al que Marx irónicamente bautizó como socialismo utópico.

A principios del siglo XIX comenzaron a utilizar la palabra socialismo, algunos intelectuales radicales herederos de la Ilustración, para criticar los efectos sociales negativos que había producido la industrialización, el paso del taller a la fábrica. Masas de campesinos, se habían trasladado a las ciudades para trabajar como obreros. Eran las masas proletarias, que vivían en los suburbios y apenas podían sacar adelante a su "prole". Los primeros teóricos socialistas fueron algunos aristócratas franceses como el conde de Saint - Simon, Charles Fourier y el empresario británico Robert. Todos ellos se oponían al capitalismo por considerarlo injusto y explotador de los trabajadores, a los que degradaba y convertía en máquinas o bestias, permitiendo a los ricos incrementar sus rentas y fortunas aún más, mientras los trabajadores se hundían en la miseria. También mantenían que el capitalismo era un sistema irracional e ineficaz para desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad, debido a los ciclos, es decir, períodos de superproducción o escasez de consumo; además no proporcionaba trabajo a toda la población, por tanto los recursos humanos no eran del todo aprovechados; generaba lujos en lugar de satisfacer necesidades reales. Aumentaba las desigualdades y tensiones entre distintas clases sociales.

El socialismo supuso una reacción a los ideales del liberalismo: exceso de libertad, éxito individual, fomento de los derechos privados a expensas del bienestar colectivo etc.

Uno de los éxitos del socialismo como movimiento reivindicativo y como teoría política, fueron las Asociaciones Internacionales de Trabajadores (AIT). En 1864 se fundó en Londres la Primera Internacional, asociación que pretendía establecer la unión de todos los obreros del mundo, y planteaba como objetivo final la conquista del poder político por el proletariado. Las fuertes disensiones surgidas entre el socialismo de Marx y el anarquismo de Bakunin, contrario a la centralización jerárquica que Marx propugnaba, provocaron su ruptura en 1876.

Sin embargo las teorías marxistas fueron aceptadas por la mayoría, y a finales del siglo XIX, en 1889, se fundó la Segunda Internacional. El marxismo fue el soporte teórico - práctico de los grupos socialistas a partir de la interpretación materialista de la historia, y se convirtió en la ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora, con la excepción del movimiento laborista de los países anglosajones y de diversas asociaciones anarquistas, que tuvieron un mayor éxito en Italia y en España, y de España pasaron a Sudamérica. El socialismo, no obstante, también tuvo importancia en España, fundándose en 1879 el PSOE (Partido Socialista Obrero Español).

En estos momentos, el socialismo experimentó una gran transformación al pasar de ser una teoría de un reducido número de intelectuales y activistas, a la ideología de los partidos de masas de las clases trabajadoras.

A la muerte de Marx, sus ideas se popularizaron por obra de Engels y la Segunda Internacional Socialista. De acuerdo con el marxismo, los socialistas sostenían que las relaciones capitalistas irían eliminando a los pequeños productores hasta que sólo quedasen dos clases antagónicas enfrentadas: capitalista y obreros. Los partidos socialistas aliados con los sindicatos luchaban por conseguir reivindicaciones laborales, que quedaron plasmadas en la Segunda Internacional Socialista y en el programa del SPD, partido socialista alemán.

Estas reivindicaciones mínimas incluían importantes reformas políticas como el sufragio universal y la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, un sistema de protección social (seguridad social, pensiones y asistencia médica), la regulación del mercado de trabajo, la jornada de ocho horas, la legalización y reconocimiento de las asociaciones y sindicatos de trabajadores, etc.

Los socialistas pensaban que estas reformas podrían hacerse de forma pacífica en los países más industrializados y solo de manera revolucionaria en los que permaneciera el despotismo, como el caso de Rusia. Rosa Luxemburgo abogaba por el recurso de la huelga general de las masas como arma revolucionaria.

La I Guerra Mundial y la Revolución Rusa provocaron la ruptura de la Segunda Internacional entre los partidarios de Lenin - que fundarían en 1919, la Tercera Internacional y los partidos comunistas - , y los socialdemócratas reformistas, que se mantuvieron con el nombre de socialistas o socialdemócratas.

R.M.B