Manifiesto Internacional para un Humanismo Ateo:
1.La religión es prehistórica y primitiva
Las religiones fueron las primeras tentativas infantiles de la humanidad para tratar de explicar y controlar la naturaleza. Para explicar lo desconocido en la naturaleza las religiones nos dieron una respuesta desprovista de sentido, la respuesta de “un dios salido de la nada”, “un dios que lo hizo todo”. Todas las cosas, incluyendo a los hombres, se suponía, eran creaciones de los dioses y estaban sometidas a su voluntad. Para intentar controlar la naturaleza mediante la intervención divina las religiones declararon que debíamos rezar a esos dioses, sometiendo otra vez a la humanidad a su voluntad. Las religiones eran también respuestas primitivas y reaccionarias al miedo a la muerte. Las religiones declararon que un paraíso divino y eterno nos esperaba después de la muerte, un paraíso bajo la autoridad de los dioses que nosotros deberíamos “merecer”. La voluntad de los hombres estaba sometida a los dioses.
En consecuencia, según la religión, los hombres deberían prosternarse ante la voluntad de las divinidades “sobrenaturales” y obedecer a ciegas sus deseos. Esa era nuestra única razón de existir. Después de todo, nosotros no éramos dueños de nuestras vidas. Nosotros no teníamos ningún destino propio, éramos juguetes, objetos de un juego extraño, invisible y “divino”. Las religiones declararon que la existencia de los hombres sobre la Tierra era sólo un paso obligatorio, aunque menor, lleno de dolor, desde las agonías provocadas por la “caída” en la Torah judía, hasta el mundo rodeado de sufrimientos de los budistas, y el “valle de lágrimas” de los cristianos. El único objetivo de la vida era obtener el acceso a una improbable “vida después de la muerte”. El papel interesado que juegan los líderes actuales de las religiones en la distribución de estas viejas ideas es, en última instancia, destructor. ¿Existe algo más nocivo que pedir a los hombres que renuncien al beneficio de la razón y de la prueba para creer en seres sobrenaturales que roban nuestra voluntad, nuestra independencia y nuestra dignidad? Al contrario, los ateos y los librepensadores afirman su acuerdo con Protágoras: “el hombre es la medida de todas las cosas”. No necesitamos referirnos a lo sobrenatural para determinar la naturaleza de la realidad, saber lo que somos y cómo deberíamos actuar. Nuestra inteligencia y nuestra conciencia son guías suficientes.
El Paraíso, si es que existe, debería realizarse sobre la Tierra y no en un reino etéreo más allá de la muerte. Es aquí y ahora que debemos ser seres humanos y vivos. Como librepensadores y ateos creemos que la humanidad ya no necesita religiones anticuadas, primitivas, peligrosas y degradantes.
2.La religión se basa necesariamente en el dogma
Para perpetuar la subordinación de los hombres a lo sobrenatural las religiones y las sectas inventaron un fárrago de dogmas. Las prohibiciones religiosas, el delito de blasfemia, la amenaza de excomunión y la fatwa son algunos de los numerosos procedimientos creados por las religiones para alimentar nuestros temores, obligarnos a creer e impedir nuestra emancipación. La noción de verdad procedente de una imposición “divina” tiene un solo objetivo: imponer a los hombres un comportamiento, dictar prohibiciones; no tenemos ningún derecho a ser libres de decidir para nosotros sobre nuestros propios modos de vida. Pero realmente no hay ni verdad revelada, ni verdad moral absoluta: hay sólo verdades morales relativas que pueden cambiar de una cultura a otra, de una generación a otra. Ningún dios murmuró nunca nada a nuestros oídos, todo lo hemos adquirido con nuestros propios medios. Nos hemos educado a nosotros mismos, como dijo Heráclito hace miles de años “aprendemos por nosotros, para nosotros”.
Como librepensadores y ateos, pensamos que los hombres deberían romper las cadenas del dogma religioso y seguir su propio camino para conquistar el conocimiento y la libertad. Nada está grabado en piedra por anticipado. Tenemos nuestra responsabilidad en la determinación de nuestras propias verdades y de nuestro futuro.
3.La religión es la negación de la ciencia
La ciencia se apoya sobre la razón y sobre la prueba, la religión sobre la fe. Estas dos visiones del mundo son mutuamente antagonistas. De hecho, para tener fe, hay que abandonar o contradecir la razón y la prueba. Es por eso que la religión es la negación de la ciencia.
Prohibiendo a la ciencia ir más allá de la Biblia, más allá del Corán o de todos los demás libros “sagrados” las religiones lucharon siempre contra las tentativas de explicación de la vida en términos naturales. Las religiones han puesto siempre la verdad “revelada” por encima de la verdad descubierta “científicamente”. La ciencia y la religión son fundamentalmente antagonistas.
Galileo y Bruno, perseguidos por la misma Iglesia Católica que comenzó rechazando la teoría de la evolución: he ahí dos ejemplos de ese antagonismo. Las opciones éticas son a menudo definidas en relación con la ciencia pura y la ciencia aplicada. ¿Pero qué criterios deberían ser usados para determinar qué es “bueno” y qué es “malo”? ¿Quién debería arbitrar estas preguntas, los dioses o los hombres? ¡Hay tantas mitologías y dioses contradictorios para saber cuál escoger! ¡Y sus “mensajes” no siempre están completamente claros! ¿Y qué capacidad tienen las religiones para juzgar los descubrimientos científicos? En última instancia, deberíamos tomar decisiones basadas en lo que es mejor para la humanidad. La ciencia debería ser liberada del poder arbitrario y de la dictadura del dogma religioso.
Como librepensadores y ateos apoyamos un esfuerzo general para impulsar el pensamiento crítico y el método científico como únicos medios para alcanzar el conocimiento del universo. Rechazamos la fe y la revelación como métodos para avanzar en el conocimiento de la realidad porque sólo producen resultados contradictorios y sin consistencia. Exhortamos al examen de las contradicciones y a la crítica de todos los sistemas de fe sobrenatural y de todas las instituciones religiosas. Rechazamos todas las explicaciones de lo desconocido por un “dios que proceda de nada”. Rechazamos el creacionismo como una forma de religión sin consistencia.
4.La religión es la opresión
La subordinación de la voluntad de los hombres a lo “divino” es un acto de opresión. La costumbre que conduce a obedecer al clero, dejarlo tomar decisiones en nuestro lugar, es un acto de opresión e irresponsabilidad.
Las religiones y las sectas siempre han servido para justificar la opresión social, económica, cultural y política. Desde el sistema de castas del hinduismo hasta la Epístola a los Romanos (13. 1-7) de la Biblia cristiana, en el Sura (16:72) sobre las Abejas del Corán islámico, en el capitalismo desenfrenado y explotador de los protestantes, en el apoyo al zarismo y el estalinismo de la Iglesia Oriental Griega Ortodoxa: las “enseñanzas reveladas” justificaron la organización de tiránicas jerarquías sociales y la preservación de la explotación económica.
Quien quisiera criticar esa jerarquía y esa explotación desafiaba la “voluntad divina”. Es por eso que las religiones actuaron siempre como instrumentos de la opresión social. A lo largo de la historia, los monarcas y los dictadores encontraron sus “justificaciones” morales apelando a la autoridad sobrenatural, como sucede con el concepto de “monarquía de derecho divino”. Además, la injusticia y la miseria son toleradas debido a que la fe religiosa promete un mundo mejor y sobrenatural que nos esperaría después de la muerte.